La zona segura

entrada

La zona segura

Escrito por: Jennifer Sagastume

A lo largo de la vida nos enfrentamos a situaciones que nos hacen tomar ciertas decisiones que nos permiten salir de nuestra área de comodidad. Uno de esos momentos que todos hemos pasado – o vamos a pasar –, es esa decisión fundamental: ¿Qué carrera voy a estudiar? Sabemos que no es una decisión sencilla, y que a la hora de tomarla existen varios factores determinantes. Pasamos de preguntarnos en qué somos buenos, qué nos gusta hacer, hasta preguntas más elaboradas como en dónde nos vemos en uno, cinco o diez años.

Cuando me toco tomar esa decisión se me hacía difícil contestarme esas preguntas, no porque no tuviera ciertos gustos definidos, sino que no encontraba un factor determinante que me provocara el tomar la decisión “adecuada”. Fue entonces que comencé a escuchar más sobre la carrera de arquitectura, desde comentarios de lo demandante que esta podía llegar a ser o las habilidades que se “requerían” – que iban desde “dibujar bonito” hasta ser expertos en matemáticas –.

Pero más allá de guiarme por los usuales comentarios, decidí investigar más sobre la carrera: qué significaba, qué es lo que un arquitecto hace, sus límites y alcances, y la increíble variedad de especializaciones que existen; pero lo que me hizo saltar al vacío, más allá de si iba a ser buena o no, fue darme cuenta de cómo un arquitecto es en realidad, una persona transformadora; y que, a pesar del reto que esto suponía, yo quería transformar mi realidad y mi entorno.

Esa fue la primera vez – o tal vez la primera más tangible – en que pude darme cuenta como era salir de mi zona de confort. Todos los que hemos tomado la decisión de dejar “nuestra zona segura”, entendemos el temor de renunciar a la seguridad y la comodidad que nuestro espacio nos brinda, para poder adentrarnos y conocer algo nuevo, diferente y retador; pero también conocemos la satisfacción de aprender, de conocer nuevas experiencias y la oportunidad que esto nos brinda para crecer como personas.

Al comenzar la carrera e ir conociendo a mis compañeros, observe que no era la única que había tomado la decisión osada de ser ‘una persona transformadora’, que ese deseo de ser un agente de cambio pudo contra cualquier temor que podíamos tener, ahí todas las preguntas que uno se plantea para ver si en realidad se encaja o no en una carrera, se disuelven. Y es que ese salto al vacío, no se realiza pensando o preguntándose si vas “a poder dar lo suficiente” o si “vas a ser capaz”. Salir de la zona de confort implica dejar el miedo a equivocarse y fallar, pero sobretodo implica aprender sobre todos esos nuevos aspectos que se presentan, y empoderarse sobre todas las decisiones que uno toma.

También aprendí que salir de la zona de confort no es un estado que se vive una vez, es más bien un reto que uno debería de plantearse constantemente, y sin duda arquitectura es una de esas experiencias que te permite retarte a cada momento, desde estudiante cuando hay que defender el primer proyecto ante el catedrático, hasta como profesional, cuando entras a un área de la cual no tenes mucho conocimiento – y la arquitectura me ha permitido, pasar por cada uno de estos –.

Y si bien, salir de la zona de confort puede ser diferente para cada uno de nosotros, es un aspecto que tomamos – o deberíamos de animarnos a tomar – en algún momento de nuestras vidas (¡YA!), y comenzar a utilizarlo cada vez que nos encontremos en una situación cómoda y segura; ya que como dice Kurt Hahn: “hay más en nosotros de lo que sabemos si es que logramos verlo, y es probable que el resto de nuestras vidas no estemos dispuestos a conformarnos con menos”.

Deja tu comentario