Etiqueta: arquitecta

23 Ene 2017
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De Follower a Directora de Proyectos

Escrito por: Gabriella Cuéllar

Para algunas personas ser un líder, ser extrovertido y saber lo que se quiere desde muy pequeños, es natural. Para otras como yo, no lo fue. Pero, lo que sí es común, es no saber qué se quiere hacer en su vida adulta.

Desde el colegio me distinguía por ser una “follower”, una seguidora. Llegué a la universidad y mi rol seguía siendo el mismo: “seguidora del grupo”. Haciendo lo que se suponía debía hacer, estudiar. “Será bueno para tu futuro” me dijeron, “escoge una carrera para tu vida adulta, para mantenerte y ser independiente”. Recuerdo que mi padre, un ingeniero civil, estaba siempre dibujando en servilletas o trayendo su trabajo a casa, me asombraba la forma en la que era capaz de plasmar sus ideas a través dibujos. No importaba si estos estuvieran perfectos o no. De ahí lo supe, la única cosa clara en mi vida: la Arquitectura.

Y es que, la Arquitectura me permitía soñar: crear un mundo diferente, un mundo lleno de colores, matices, texturas, tamaños, sensaciones, tal como lo decía Grace McGarvie “un arquitecto es un dibujante de sueños”. Sin embargo, mi primer reto a superar fue la confianza. Durante mi etapa académica, mi zona de confort se limitaba en ir a clases, regresar a casa, hacer los trabajos, etc. No era capaz de dar un paso más, de “excederme”. Viví creyendo que esa era la capacidad máxima que tenía, es más, no daba crédito a mis ideas y una vez más cerré un ciclo de mi vida siendo una “seguidora”. En mi zona de confort todo marchaba bien, no tenía prisa por conseguir un empleo, apenas empezaba mi trabajo de graduación y había decidido dedicarme de lleno a esa tarea. Con el transcurrir del tiempo, empecé a notar que una parte de mí quería más. Tuve entonces la certeza de que no quería seguir siendo una seguidora más.

En noviembre de 2014, recibí una llamada de una persona. Me preguntó cómo andaba de tiempo, que si les podía echar la mano con un proyecto; durante toda la llamada dudé. No era lo que yo había planeado, no comprendía lo que pasaba – alguien me había recomendado.- Seguí dudando, en mi cabeza llovían los pensamientos negativos: esto está fuera de mi zona de confort. Pese a esa tormenta de negatividad, aquella parte mía en un descuido, se apoderó de mí y sin pensarlo dos veces dije que sí.

Hace dos años que vengo luchando con mis inseguridades, etc. Pero, al verlo del lado positivio ¿acaso no es más sano perfeccionarse uno mismo en lugar de compararte o depender de los demás? ¿Será que el primer paso para lanzarse al vacío es dejar de pensar que no eres capaz o suficiente? La respuesta es clara: ¡Debes empoderarte de tu persona! ¡Enfrenta tus miedos, conquístalos! Repítetelo las veces que sean necesarias “sí quiero, sí puedo, voy por ello”.

Tres momentos importantes han marcado mi ciclo laboral en JCP, en los que la “Gabby asustadiza” tuvo que abrirle paso a la “Gabby osada”. Al mirar atrás, acabas por comprender que tus miedos siguen estando ahí, pero ahora eres capaz de controlarlos por una simple razón: sales de tus zonas de confort. Ahora te atreves más, tomas riesgos, dicho de otra forma, te dejas ir para alcanzar tus metas, sin importar los obstáculos que encuentres en el camino, al final sabrás que estos sólo te harán más fuertes.

Sin lugar a dudas, en mi paso por JCP he desempeñado muchas funciones en las que he podido experimentar muchas de las facetas de la arquitectura, que van desde la conceptualización de un proyecto hasta la supervisión y construcción del mismo, lo confuso, frustrante y divertido que puede llegar a ser, y la única conclusión a la que puedo llegar es que amo lo que hago, a pesar de los días difíciles y agotadores. Puedo también concluir en que la arquitectura, más que un trabajo o una profesión es un estilo vida, con el que eres capaz no sólo de construir o materializar un sueño, sino que también transformas la realidad del soñador, en este caso tu cliente, con el que además, la arquitectura te permite crear un vínculo en el que se comparten aspiraciones, esperanzas, anhelos, es decir: sueños.

Finalmente, puedo decir que la arquitectura me ha ayudado a crecer y pulirme como persona y como profesional. La arquitectura me enseñó que si no disfrutas, vives y amas lo que haces, un trabajo siempre será eso, sólo un trabajo. La arquitectura me retó a salir de mi zona de confort para poner mis conocimientos y habilidades a la disposición de aquellos soñadores que la necesiten.