Más que una empresa, una familia
Por: Maria Alejandra Donaire Silva.
Al comenzar una nueva etapa en la vida es normal que el miedo se apodere de nosotros, es normal querer renunciar a un anhelo porque para conseguirlo es necesario salir de nuestra zona de confort. Al terminar mi carrera de arquitectura sabía que este miedo iba a ser cada vez más palpable, entrevistas de trabajo, conocer nuevas personas (en la arquitectura después de cinco años conviviendo con las mismas personas olvidamos muchas veces lo que es conocer gente nueva), enfrentar problemas de la vida real como arquitecta, ya no era una materia más que debía llevar.
Sin embargo, era importante enfrentar estos temores y vencerlos. Salirme por completo de mi zona de confort y aceptar uno de los retos más difíciles que he tomado. Si bien no fue fácil, hacerlo me llevo a formar parte de un maravilloso equipo llamado JCP Arquitectos.
Más allá de los miedos antes mencionados, este reto incluía algo muy particular, tener que viajar a San Salvador a capacitarme con mi nuevo equipo. Lejos de todo aquello que me daba cierta tranquilidad, estabilidad y paz. Si buscaban sacarme de mi zona de confort esto lo sobrepasaba. Me fui con el temor de no conocer nadie para darme cuenta al llegar que todos estaban esperándome con los brazos abiertos y recibirme como si hubiese formado parte del equipo desde siempre.
Desde el primer momento sentí el apoyo de parte de todos y la disposición que tenían de ayudarme y no solo a mí, la unión entre ellos era evidente. Todos y cada uno de ellos aportaba para crear un ambiente agradable y es eso siempre lo que se necesita. Este grupo de jóvenes siempre dispuestos a darte una mano y a desvelarse juntos de ser necesario.
Si bien este equipo que les menciono esta en San Salvador (yo en Managua) se preocupan siempre por saber cómo está yendo todo, si hay alguna novedad y desde allá son capaces de ayudarme con cualquier problema que se presente. Es como si estuvieran cerca de uno a pesar de la distancia que nos separa.
Al final del día uno comprende que más allá de ser un equipo de trabajo, se convierten en una familia en la cual uno puede apoyarse, ya sea en aspectos laborales o personales. Por eso en tan poco tiempo que llevo trabajando con ellos, no me queda más que agradecerles por darme la oportunidad de unirme a este equipo de emprendedores y hacerme sentir más que bienvenida a 500 km de distancia.
Gracias JCP
*Alejandra es parte del equipo de JCP en Managua, Nicaragua.*